La idea del eterno retorno es misteriosa y con ella Nietzsche
dejó perplejos a los demás filósofos: ¡pensar que alguna vez haya de repetirse
todo tal como lo hemos vivido ya, y que incluso esa repetición haya de
repetirse hasta el infinito! ¿Qué quiere decir ese mito demencial?
El mito del eterno retorno viene a decir,
per negatio-nem, que una vida que desaparece de una vez para siempre, que no
retorna, es como una sombra, carece de peso, está muerta de antemano y, si ha sido
horrorosa, bella, elevada, ese horror, esa elevación o esa belleza nada
significan. No es necesario que los tengamos en cuenta, igual que una guerra
entre dos Estados africanos en el siglo catorce que no cambió en nada la faz de
la tierra, aunque en ella murieran, en medio de indecibles padecimientos,
trescientos mil negros.
¿Cambia en algo la guerra entre dos Estados africanos si se repite incontables veces en un
eterno retorno? Cambia: se convierte en un bloque que sobresale y perdura, y su estupidez será irreparable.
¿Cambia en algo la guerra entre dos Estados africanos si se repite incontables veces en un
eterno retorno? Cambia: se convierte en un bloque que sobresale y perdura, y su estupidez será irreparable.
Si la Revolución francesa tuviera que
repetirse eternamente, la historiografía francesa estaría menos orgullosa de
Robespierre. Pero dado que habla de algo que ya no volverá a ocurrir, los años
sangrientos se convierten en meras palabras, en teorías, en discusiones, se
vuelven más ligeros que una pluma, no dan miedo. Hay una diferencia infinita
entre el Robespierre que apareció sólo una vez en la historia y un Robespierre
que volviera eternamente a cortarle la cabeza a los franceses.Digamos, por
tanto, que la idea del eterno retorno significa cierta perspectiva desde la
cual las cosas aparecen de un modo distinto ha como las conocemos: aparecen sin
la circunstancia atenuante de su fugacidad. Esta circunstancia atenuante es la
que nos impide pronunciar condena alguna. ¿Cómo es posible condenar algo fugaz? El crepúsculo de la desaparición lo baña
todo con la magia de la nostalgia; todo, incluida la guillotina.
Si cada uno de los instantes de nuestra
vida se va a repetir infinitas veces, estamos clavados a la eternidad como
Jesucristo a la cruz. La imagen es terrible. En el mundo del eterno retorno
descansa sobre cada gesto el peso de una insoportable responsabilidad. Ese es
el motivo por el cual Nietzsche llamó a la idea del eterno retorno la carga más
pesada (das schwerste Gewicht). Pero si el eterno retorno es la carga más
pesada, entonces nuestras vidas pueden aparecer, sobre ese telón de fondo, en
toda su maravillosa levedad.
¿Pero es de verdad terrible el peso y
maravillosa la levedad?
La carga más pesada nos destroza, somos
derribados por ella, nos aplasta contra la tierra. Pero en la poesía amatoria
de todas las épocas la mujer desea cargar con el peso del cuerpo del hombre. La
carga más pesada es por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa
plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará
nuestra vida, más real y verdadera será.Por el contrario, la ausencia absoluta
de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, vuele hacia lo
alto, se distancie de la tierra, de su ser terreno, que sea real sólo a medias
y sus movimientos sean tan libres como insignificantes.
Entonces, ¿qué hemos de elegir? ¿El peso o la levedad? Este fue el interrogante que se planteó Parménides en el siglo sexto antes de Cristo. A su juicio todo el mundo estaba dividido en principios contradictorios: luz-oscuridad; sutil-tosco; calor-frío; ser-no ser.
Uno de los polos de la contradicción era, según él, positivo (la luz, el calor, lo fino, el ser), el otro negativo. Semejante división entre polos positivos y negativos puede parecemos puerilmente simple. Con una excepción: ¿qué es lo positivo, el peso o la levedad?
Parménides respondió: la levedad es positiva, el peso es negativo.
¿Tenía razón o no? Es una incógnita. Sólo una cosa es segura: la contradicción entre peso y levedad es la más misteriosa y equívoca de todas las contradicciones.
Entonces, ¿qué hemos de elegir? ¿El peso o la levedad? Este fue el interrogante que se planteó Parménides en el siglo sexto antes de Cristo. A su juicio todo el mundo estaba dividido en principios contradictorios: luz-oscuridad; sutil-tosco; calor-frío; ser-no ser.
Uno de los polos de la contradicción era, según él, positivo (la luz, el calor, lo fino, el ser), el otro negativo. Semejante división entre polos positivos y negativos puede parecemos puerilmente simple. Con una excepción: ¿qué es lo positivo, el peso o la levedad?
Parménides respondió: la levedad es positiva, el peso es negativo.
¿Tenía razón o no? Es una incógnita. Sólo una cosa es segura: la contradicción entre peso y levedad es la más misteriosa y equívoca de todas las contradicciones.
Milan Kundera.