He salido a la calle sin piel que me cubra, nos cuenta Martha, a la vista de todos y sin embargo oculta en mi desnudez, una brutal manera de desaparecer.
Escribir para desaparecer, desaparecer al cuerpo que busca
desesperadamente disminuir la fiebre de sentir, de romper un nexo oculto
entre lo que se es y lo que se va siendo. Desaparecer es, como diría
Pessoa, el arte que alivia de la Vida sin aliviar de vivir, que es tan
monótono como la misma Vida, pero sólo en un sitio diferente. Hacernos
invisibles entre el aire que va estriándose sobre un desierto apenas
percibido por una luna inquieta y temblorosa. Salir a la calle desnuda
sólo sintiéndonos examinados por las arrugas humeantes de la noche: Desde
los peldaños podíamos desfigurar o transformar lo que alcanzáramos a
ver, torciendo a nuestro antojo, creyendo realmente que todo cambiaba
apenas señaláramos con el dedo y pronunciáramos las palabras necesarias.
¿Cuáles son las palabras necesarias? Intuyo que aquellas que, de alguna
manera, muestran los confines del propio cuerpo en el otro cuerpo
donde, en azar inconstante, nos vaciamos y nos llenamos siempre de las
mismas cosas siempre. Martha Durán