Ciertos números primos más especiales que el resto, y a los que los
matemáticos llaman primos gemelos: son parejas de primos sucesivos, o
mejor, casi sucesivos, ya que entre ellos siempre hay un número par que
les impide ir realmente unidos, como el 11 y el 13, el 17 y el 19, el 41
y el 43. Si se tiene paciencia y se sigue contando, se descubre que
dichas parejas aparecen cada vez con menos frecuencia. Lo que
encontramos son números primos aislados, como perdidos en ese espacio
silencioso y rítmico hecho de cifras, y uno tiene la angustiosa
sensación de que las parejas halladas anteriormente no son sino hechos
fortuitos, y que el verdadero destino de los números primos es quedarse
solos. Pero cuando, ya cansados de contar, nos disponemos a dejarlo,
topamos de pronto con otros dos gemelos estrechamente unidos. Es
convencimiento general entre los matemáticos que, por muy atrás que
quede la última pareja, siempre acabará apareciendo otra, aunque hasta
ese momento nadie pueda predecir dónde...